Red
de mujeres latinoamericanas y del caribe en España
Organiza
y capacita promotoras de luchas contra todas las formas de violencia de género.
Me levante temprano como todo los
días, estaba en la segunda planta, dándole seguimiento a los espeluznante
feminicidios de Cuenca. Los violentos obedecen a un patrón global parecido, los
mecanismos violentos no son diferentes en cada escenario y el papel de los medios
de comunicación hace lo suyo allá y aquí, es como si fueran unos expertos en
maquillaje abstracto del dolor, saben cómo darle la vuelta a la perversidad que
vivimos las mujeres.
Llevo más de la mitad de mi vida en la
lucha contra toda las formas de violencia hacia las mujeres, y no me asusta el
odio manifiesto que tienen los hombres hacia las mujeres, en mi país es más
bestia, más cruda. Aquí no es tan diferente, para ser un país desarrollado,
considero que la violencia también está desarrollada. A nivel que las mujeres y
las jóvenes ni siquiera saben cómo identificarla, está enmascarada. Es grave lo
que pasa en el mundo de las mujeres.
Un día gris, no se movía ni una hoja
de las plantas de la vecina, aquí en la terraza solo ella tiene un precioso
jardín y el calor continuaba. Sabes que cuando llueve a mares (no son tantas
las veces), me subo a la terraza para hacer un traslado hasta mi casa. Cuando
estoy detrás de la cortina de agua y con el olor a tierra mojada estoy en
Paiwas.
Recibí una llamada a mi móvil, era “Elena”,
tenía días de no saber de ella, la última vez que hablamos fue para contarme
que se había muerto el señor al que cuidaba. Otra vez se había quedado sin
trabajo y teníamos que hacer planes de búsqueda. Lo que nos funciona a las migrantes
es el boca a boca. Hasta eso es injusto, solo ofrecen trabajo a mujeres, dirían:
¿De qué se quejan? Cualquier persona con dos ojos, dos manos, dos pies y el
sentido común puede cuidar. Pero no, es como si solo nosotras pudiéramos
hacerlo genéticamente y encima te pagan menos. Que mierda.
Su llamada, no me sorprendió ni todo
lo que paso aquel día. Bueno si me sorprendí
pero mucho después, es que ella decidió seguir con su vida.
-
¡Hola!
Perdone que le llame a esta hora, estoy en la calle, no tengo llave de la casa,
ni dinero, ni bono y no supe a donde llamar. “Julio” me pegó y me dejó tirada
en el pasillo. Grite a más no poder, pidiendo auxilio, nadie me asistió, pero
creo que mis gritos hicieron que “Julio” saliera corriendo o no era hora
que me matara. Puedo irme a su casa, mientras le pasa la
cólera, él es bueno pero cuando está tomado me hace esto.
La vos al otro lado del teléfono era
entre cortada, había ruido de coches y pasos con tacones, arrastrando algo,
mientras escuchaba su vos mi mente volaba a miles de kilómetros, recordando qué
hacer, lo que sabía hacer allá y qué se debe hacer aquí y ahora.
Claro mujer vente, solo que no toques
el timbre que el señor que cuido está dormido, ¿dónde estás? Ya no la escuche
me había colgado. Doble el periódico, me cambie de ropa y puse un sms al grupo
de wasap de promotoras de lucha contra toda las formas de violencia contra las
mujeres, organizado la Red Latinoamericana de mujeres. Contándoles un poco de
la situación de “Elena”.
“Mujeres he recibido una llamada de
una compa que sufre malos tratos, ahora viene a casa, ya les contaré cuál es el
deseo de ella, en qué le podemos echar una mano y si se anima a poner denuncia”
El móvil parecía poseído, no paraba de
vibrar. Abrí la puerta y estaba “Elena” con su vestido azul, y una bolsa grande
con cosas, no supe que llevaba ahí.
Nos fundimos en un abrazo y nos
quedamos un ratito sin decir nada. A ella la conocí en una cafetería hace como
un año. Esas cosas que pasan y donde piensas que en este mundo ya no cabe un
alfiler. Hice una llamada a un teléfono para preguntar sobre una oferta de
habitación, y justo en la otra mesa suena el teléfono y la mujer contesta pero
a la vez me mira, y dice usted me está llamando.
Estaba con “Julio” parecían una pareja
normal y corriente, donde perpetua el amor y el respeto. Ese día nos hicimos
amigas y arreglamos lo de la habitación. Ahí viviría Alicia, una mujer que
había vivido malos tratos. Estaba harta y no quería saber de mariscal, como
ella llamaba al ex esposo.
Hablábamos siempre y los fines de
semana solíamos encontrarnos, para un café y hablar, también la conocí aquí en
los madriles.
Alicia vivió en aquella habitación
solo dos meses, no le gustaba el trato que le daba ese hombre a su mujer, le
recordaba mucho todo lo que ella había vivido. Buscamos otra habitación. Seguro
que cualquier día pasan cosas graves en esa casa, presagió.
“Helena” y yo entramos a casa, cerré
silenciosamente y subimos a la terraza, ahí hablamos como una hora, luego
bajamos a la cocina para hacernos un café, ella prefirió un té de Tila y un
paracetamol.
Me contó todo su calvario, y le dije: estamos
hartas de que se siga maltratando a las mujeres, necesitamos tener paz y
sosiego, por eso nos estamos organizando. Y si en algo estamos seguras y que
funciona, es que la unidad hace la fuerza.
Revise el móvil ya no vibraba pero el wassup
tenía cuarenta y siete mensajes del grupo de promotoras. Las sugerencias y recomendaciones
llovían, hacer la denuncia como paso primordial, activar el grupo de autoayuda
y acompañamiento, y buscar un lugar para su estancia. Una compa chateaba desde
Perú y la de Venezuela dijo: “Chicas no estoy en casa pero puede quedarse los
días que necesite, mi vecina tiene las llaves”
Ana, Roxana y Aida, dijeron hay que ir
al médico y luego a la policía, tú no te preocupes que nosotras la acompañamos.
Le pregunte ¿Qué quieres hacer, qué te
apetece? Después de escucharla, largo y tendido llamamos de aquí mismo al 016,
nos atendió una mujer amable y nos pasó con la abogada que nos orientó sobre
los pasos que hay que seguir.
A las once el señor que cuido ya se ha
despertado, tengo que hacer mis obligaciones de interna, ya no puedo seguir tan
de cerca acompañando. Dos mujeres del grupo de promotoras llegaron a la una y
se fueron a la estación de Policía.
Fue una faena de dos días, también de
peleas. La Policía no quería tomar la denuncia. Para la declaración de la mujer
queríamos una abogada experta en violencia de género, no queremos paños tibios
o deslices de las autoridades ante esta temática. No importa si tenemos que
vivir entre policías y juzgados. No soportamos que sigan matando a las mujeres.
Los comportamientos de las mujeres
violentadas ameritan un acompañamiento humano, cercano. Reconozco que las
llamadas iniciales al 016 son efectivas, pero enfrentarse luego a la policía,
al fiscal o al juez ya la cosa va cambiando, porque te acechan los miedos que
llevas metidos en el cuerpo, te aflora todo el calvario del que vienes y encima
te encuentras con unas personas insensibles al tema. Creemos que el
acompañamiento, sana y empodera.
Julio fue preso el lunes y el martes
el juicio. Nos turnamos, las que podían acompañar, fueron otras, todas estamos
en sintonía. Aquí no aceptamos, ni toleramos que se juzgue a la mujer
violentada.
Hubo momentos en que Elena flaquea y
dice “Quiero retirar la denuncia”, el silencio se apodero del círculo, ya
estábamos a las puertas del juicio. Una regla nuestra es la escucha atenta,
respetar el deseo de la mujer, ofrecerle la información necesaria. Dijo una
Mujer: estás en tu derecho, si no quieres te acompañamos de todas maneras, lo
único que deseamos es que estés bien y segura, que no te vuelva a pasar nada de
lo que ya has vivido.
Entramos al juicio y ya ante la jueza
era otra, tenía las manos sudadas y nos observó una a una, luego clavó los ojos
en el escritorio de la letrada. Contó a la jueza todo lo que nos había hecho
saber a nosotras. También contó que en
una de esas veces ya la había matado. Le dio un golpe, ella perdió el
conocimiento y luego ella recibió asistencia de él.
La metió en la bañera y le lavo las
heridas de la cabeza con agua fría. “La pila estaba llena de agua
ensangrentada, y yo estaba entre sus brazos, me dijo que él me amaba y que él
nunca me quería hacer eso, que fue un accidente. No llame al SAMUR ni a la Policía,
él no quiso”.
La sentencia fue favorable, Elena era
otra y nos dimos un abrazo de osas colectivas. Salimos de ahí con una orden de
alejamiento, con mucha hambre y convencidas que una mujer migrante violentada y
sola, es doblemente vulnerada, que juntas somos más.
¡Por nuestro Derecho a vivir una vida
libre de Violencias! #3EncuentroRed