viernes, 23 de enero de 2015


Rabia, de una bruja de Copalar.
Triste,
me duele el alma,
me duele el río.
ya no me escuchara igual
habrá perdido su nido
Y su canto se lo tragara el muro.
Me duele el alma
me duele el río.
Habré perdido las alas,
el verde y la altura frondosa de su fuerza,
habrá muerto la raíz.
La luz y el espíritu de correntada viajera, 
poseerá perdida en las grietas profundas de la madre tierra. 

Me duele el alma, 
me duele el lago
El fuego del concepción y el santuario de flora y fauna del Madera
aguarda en el rugido silencioso del gran Cocibolca. 
Las cuatrocientas isletas del Granada se tambalean ante los chinos ojos del neocolonialismo chino. 

Y tu negociante de la Victoria, que te ríes de mi, de ellos y tu gente que es la mía, 
tú, el Somoza moderno, el revolucionario codicioso que vendió a la madre y se comió un plueblo.  
Tu que apaleabas a tío caiman y ahora te cobijas con su piel.
Tú que alabas a dios y aplastas la palabra.
Tu que te llenas en nombre de los muertos, y robas a la sombra de tus vivo. 
Te maldigo con la fuerza de las indígenas y brujas ancestras. 
Me duele el lago y me duele el río.
No podrán tus ojos secos, ver el caudal continuo de vida, del lago y el río. 

¡Tú!
desgraciado traidor.
Matas un río, un lago y matas todo
que te mate el viento de tu propio intestino
Eres la sal en la herida del río,
Y del camino del pueblo de Sandino.
Muere sin morirte,
Desaparece estando presente,
Y mira desde tu madriguera.
Los ojos del pueblo, inteligente podrá ver tu eterna agonía, y esas malditas represas y canal, la venta de Nicaragua y árboles de metal, las condenadas por decidir, los campesinos apaleados, los suicidios sospechosos, la nueva oligarquía.
Será, sólo tu deseo y tus ojos secos y enfurecidos se quedarán esperando lo que nunca podrá llegar.
El río seguirá su caudal, yo le contaré mi historia, siempre será mi río, mi tierda, mi pueblo, mi patria.
Y tu estarás muerto, sin morirte.

domingo, 4 de enero de 2015

Quiero conocer a mi abuelo. 1ra Parte.


"Señora, mi mayor deseo es que mi nieto conozca a su abuelo, yo tengo ochenta años, tal vez, no es mucho lo que me queda. Yo, ni conocí, ni disfrute a mi nieta en los años maravillosos de su niñez,eso es terrible. .." dijo la señora mayor detrás del teléfono a mas de diez mil kilómetros. 

El sueño se me esfumó. No pude pegar ojo. intentaba dormir y su vos resonaba en mis oídos. 

Pude imaginar, a la anciana de pie, con su pelo corto y risos rubios, muy atenta sujetando el teléfono con su mano derecha y con los dedos de la izquierda pulsando sobre una mesa, buscando contener la emoción. 

Escucharla me hizo tragar saliva y mirar al techo, tenía la piel de gallina, me sentí igual que aquel día que logramos tener el numero de teléfono del papá cubano que llegó a Paiwas para alfabetizar en la Cruzada nacional. 
Que su hija lo escuchara después de veinte años. Ana, es mi amiga de Paiwas, tiene el mismo nombre que su abuela, la vi crecer, jugar con mis hermanas, lavar, nadar y pescar en el mismo río. 

A la abuela le pregunté por José Rolando su hijo. le conté que soy de Paiwas, que conocía a Ana y que sabia que el tiene un nieto con el que habla muchas veces y al que anhela poder abrazar algún día. Soy abuela y me atrapa esta historia, cuatro generaciones que se podrían encontrar alguna vez. ¡Se vale soñar!

"Quiero conocer a mi abueno", la cantaleta de aquel niño que ya no es de Paiwas en Nicaragua, el nació en Panamá, tiene dos años y su madre una migrante como yo. 

Esta historia apenas empieza.