Cuarenta minutos en la cola, en los Madrazos 34
Llegue
temprano, deje a mi jefe dormido, él es amante de la cama. “Si he llegado a 90
con tan buena salud es porque siempre he dormido como un lirón” suele decir
cada vez.
Ayer fui la
primera de la cola, pero me di un tour conociendo un poco procedencias y animo
de la gente.
Si hay algo que
quita el sueño y quebranta la paz interior, es la injusticia. No logro entender
para que necesitemos hacer papeles en cada lugar donde te quieres asentar. Si
solo hay un planeta debería haber una cédula que tenga todas las funciones necesarias,
para ser ciudadana de este mundo y que yo pueda asentarme sin tanto lío a donde
quiera ir. ¿Y sí, no existieran los papeles no sería mejor?
Con la gestión de mis papeles, tengo que ir por aquí y por allá, hacer cola, la cola es muy común donde vayas, como si hacemos honor a la cola que nos falta.
Con la gestión de mis papeles, tengo que ir por aquí y por allá, hacer cola, la cola es muy común donde vayas, como si hacemos honor a la cola que nos falta.
Y si le diéramos
vuelta al mundo con una cola. ¿Qué demandaríamos?
Las colas, me
avivan viejas emociones y fantasmas, me hacen cruzar el charco en cuestión de segundos. Me
remonto a la revolución sandinista en Nicaragua, atendíamos a miles en los
campo, en los caseríos y luego íbamos al
pueblo o a otro lugar donde teníamos que ser atendidos y nos tocaba estar en
las interminables colas. Allá es más común que pidan o den raid, que se te
cuele alguna alma, siempre encuentran forma de hacer la trampa. Todo aquello,
era maravilloso. Y cuando me enteré que
mucho de los líderes eran villanos, me volví a alérgica a muchas cosas, a las
colas también. Con la que llueve en la España de los sueños americanos, la cola
se vuelve una red de protestas y catarsis social.
Ayer me tocó
hacer cola en Los Madrazos 34, no había sol, éste andaba de paseo por algún otro
lugar o tenías cortinas oscuras, la corriente nos despeinaba todos los pelos
habidos y por haber, y la brisa, que de vez en cuando se daba una vuelta. El día,
más parecía de tapesco que de hacer cola.
Y es que en la
cola hay de todo, hay alegrías y rabias,
hay nostalgia y rebeldía, hay descontento y ganas de desembarcar, hay frío y hay
impotencia, hay miedos y hay silencios,
y hay más.
Cientos y muchos números vivimos aquí, a la sombra de la ilegalidad, a las personas clandestinas nos dan un trato de maleta, de cosa, de mariguana, ...pero eso ya es "normal" aquí, a veces una misma dice es que estoy "ilegal" aquí, que se haga la voluntad de dios. Me da la sensación que somos la cola de clandestinos, todos nos ven pero no existimos.
Cientos y muchos números vivimos aquí, a la sombra de la ilegalidad, a las personas clandestinas nos dan un trato de maleta, de cosa, de mariguana, ...pero eso ya es "normal" aquí, a veces una misma dice es que estoy "ilegal" aquí, que se haga la voluntad de dios. Me da la sensación que somos la cola de clandestinos, todos nos ven pero no existimos.
Estamos en la
cola una veintena de gente, sus caras me dicen la procedencia, somos más de América
Latina y África, una que otra española. La
cuarta de la cola es española y tendrá unos sesenta y más, ya está jubilada y
va a registro a no sé qué. Iniciamos hablando de la migración, su hijo está en México
era uno de los millones de parados.
“… Mi hijo vive
en México, estuvo parado por más de dos años y se tuvo que marchar, es triste
que se vaya un hijo, ahora que tengo a mi hijo allá, entiendo como los tratan a
ustedes aquí, es injusto, uno dice que se van y lo correcto sería decir es que
los echan, España es un gran país, pero se lo han comido esos del poder”. Se
llevó la mano a la boca, bajó la mirada hasta los zapatos de una guatemalteca, sus lágrimas
rodaron hasta juntarse con sus dedos en la comisura de sus labios. No hablo más
nada.
“He venido dos
veces a Madrazo, las dos veces he pasado frente al cuartel de la Guardia Civil,
porque salgo de la estación de metro del Banco de España, hasta a ellos les
tengo repelús que me detenga, yo sé, que no lo van detener, pero como se me
quita el miedo, que la policía me ha metido en el cuerpo. He estado detenida
dos veces y tengo una multa de quinientos y seguro que eso me va a afectar
ahora que tengo los tres años. ¿Cómo se las pago?, si vivo coyol quebrado,
coyol comido, tengo mis familia y una deuda en el banco de mi país”. su vos y
su refranero me sonó a Nica.
“Es que, es
imposible que anden detrás de nosotros que solo tenemos el alma en el cuerpo,
que lo único que deseamos es vivir mejor y no hagan nada contra esos sinvergüenzas que les han
desmantelado sus sueños, sus esperanzas y sus bolsillos. Se están cargando la
democracia y el estado del bienestar. Esos tienen tratos especiales y no
regresan nada de lo que se roban, y en nuestros países pasa igual.
A mí me caia mal la política pero estoy aprendiendo a meterme y atender esos temas. Si todos nos metiéramos entenderíamos su jerga política y sus leyes tramposas”
En la cola hay
de todo, una revolución de ideas. El señor encargado de la seguridad nos dio la orden de pasar y nos
olvidamos de la plática, cada quien se lo trago su oficina de referencia.
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