La discusión de hoy era contra la
rutina, en la vivencia de las soledades paralelas tenemos una abanico con más
varillas que tela. Él de aquí, yo de allá, el mayor y yo más joven, el de cuidados espaciales y yo especial
cuidadora. Me tiro flores yo sola y me río de mi misma, así las horas pasan
tranquilamente sin molestarme.
La cocina en la casa de Kike es
pequeña pero cómoda, todo lo necesario, lo básico para la existencia de una vida digna. Todo está al alcance de mi
metro y medio de brazos. Si estiro los brazos entre el dedo medio y el otro,
alcanza un metro sesenta lo que mido de altura. Estando aquí, lejos de mi
mundillo, el poco tiempo que atrapo lo vivo para mí, quiero conocer cómo
funciona cada parte de mí, poder viajar a ese mundo interior. Hasta ahora solo
he logrado disfrutarme, despertar el placer en mí y satisfacerme. Sabía que todo eso existía pero no tenía
tiempo para mí.
La soledad, la distancia y la
libertad son suficientes para hacer feliz a una sola alma. Se de mis amores de
las de aquí y de las de allá, de las que fueron y las que ya no están o no lo
siguen siendo. Nos perdemos desde que nos metemos en la intención de ser para
los demás y de nosotras nos olvidamos, pero eso es otro lío. Ahora vivo para
mí.
Hoy nos tocaba pelearnos por la
rutina, la mesa blanca y las dos sillas en la cocina son el escenario de
nuestra discusiones, somos eternos tertulianos, hablamos de política, aunque mi
jefe siempre dice que no le interesa, pero siempre terminamos enchufados en
ellas, en el debate te das cuenta que vivir, es hacer política, unos menos que
otros pero de todas maneras si no te metes te absorben y actúan en tu nombre,
en política los silencios se parecen a
las abstenciones, a alguien favorecen.
Hace tres años ni pensaba que
esta mesa iba a saber tanto de Kike y yo, hablamos de todo los temas posibles,
desde los pensamientos y actitudes conservadoras hasta la libertad mas absoluta,
por supuesto que mi jefe no la comparte, él es más del partido del orden. Este
no existe pero él tiene su propia plataforma, ... todo lo que cree incorrecto
lo manda a la guiotina. Hablamos de las relaciones sexuales lésbihomohetero, de
las depilaciones modernas y de los trastornos que esto conlleva, de los abusos
sexuales, de religión, de contaminación ambiental, del papel de los medios de
comunicación en la vida, de la soledad de una persona mayor y de las soledad de
una migrante, de clones y células madres, del poder, de la corrupción, historia
de España e historia de mi país, de platos españoles y nicaragüenses, y la
lista continua pero debo parar ya te contare otra rato.
Compartimos la mesa más informada
y para darnos la razón cuando chocamos
con el muro de la desinformación o la ignorancia corremos al internet. Google
nos salva la vida. Anteayer nos tocaba el debate de la republica con eso de la
abdicación del rey. Nos queda pendiente porque aquí lo tiene muy relacionado
con historias políticas y no como una organización social, no me di por vencida
pero tengo que prepararme mejor. Con kike no me acuesto sin saber algo nuevo y
sin exigirme más, me preparo para que no me gane o me agarre desprevenida.
Por la mañana, los trescientos
sesenta y cinco días tengo que quitar tres patas al somier, tirar el colchón sobre la pared izquierda de
la sala y sostener en la pata que queda el somier sobre el colchón. La sala por
la noche es mi habitación, la privacidad desde que soy interna es a media. La
sala de dos metros setenta, por dos cincuenta. Una mesa de un metro de radio,
otra pegada a la pared derecha, y una silla de rueda entre la mesa y la cama.
Ayer mientras ambientaba la sala
para el día, rose con el culo el mantel de la mesa, mi móvil se fue la suelo y
se me descacharró. El debate de la rutina empezó por ahí, me resistía a
cambiarlo. –Pero ¡porque no lo cambias! ya era hora, es que eres una mujer
terca… te pareces a las mujeres que les pega el marido o que las maltratan y no
lo cambian o no lo dejan por no arriesgarse a lo desconocido, a lo nuevo. Me
regresó una de mis luchas. Que cabrón pensé para mí misma. Me tomó por sorpresa
y me dio un ataque de risa, su móvil es táctil se cabrea cuando el dedo no le
obedece, no se da por vencido, tiene noventa años y mantiene sus contactos
telefónicos y de correos electrónicos activos, navega por internet y se resiste
a quedarse solo frente a la tele.
El chip se me activo y es que es
bien cómodo ser presa de lo conocido mi móvil tiene lo que yo aquí. Rutina o
costumbre? Nos decantamos por la rutina. “Yo tuve una crisis cuando me jubilé,
que no veas. Pensé que ya era un viejo inútil. Luego me dio por armar puzles hasta de cinco mil piezas,
sacaba las mesas a la calle e invitaba los vecinos a que me ayudaban, luego me
hice del club de aeromodelismo y fui a pilotar aviones hechos y dirigidos por
mi”
Tal vez, debimos hablar de costumbres
pero nos decantamos por la rutina. Para llegar a noventa tienes que ser activo,
propositivo y tener espíritu de emprendedor, no se puede estar amargado todo el
día y amargar a los demás, no es que todo sea color de rosa, pero a los grises
también se les da colores.
Al final, una hora y algo de
debate, entre sorbos de café, pastillas y desayuno llegamos a concluir que lo
nuestro es una costumbre, una manía de pelearnos con la tele, la radio y entre
nosotros, una rutina que nos apasiona,
una costumbre que no se parece a ningún momento que ya ha pasado. Migrar es un
derecho humano y la soledad de una persona mayor no debe morir en el silencio
de las paredes o del olvido. La mesa nos espera mañana en otro debate, todavía que
no sea el tema de la república, me tengo que preparar mejor.
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